La macabra obsesión de Leonardo
Uno
de los numerosos diseños anatómicos de Leonardo | Crédito: Wikipedia.
Corrían los primeros años del siglo XVI y algunas prácticas, como
la que obsesionaba al maestro florentino, eran vistas como propias
de quien rendía culto al Diablo o practicaba lanigromancia.
Por esta razón, el genial Leonardo da Vinci,
ya pasada la cincuentena, aprovechaba la tranquilidad, el anonimato y el frescor
de la noche para realizar una de sus pasiones favoritas:diseccionar cadáveres.
Además, y puesto que en aquella época carecían de sistemas de
refrigeración, los cadáveres se
descomponían e hinchaban rápidamente, así que el polifacético
artista tenía que aprovechar las horas más frescas para practicar aquellas disecciones.
Es de sobra conocido que Leonardo da Vinci fue
mucho más que un genial pintor. Auténtico prototipo del sabio
renacentista, Leonardo sintió un enorme interés por
todas las facetas del conocimiento, incluyendo la
geometría, las matemáticas, la física y, en general, todo lo relacionado con
los secretos de la naturaleza.
Fruto de estas inquietudes surgió su interés por la anatomía, no
solo porque su conocimiento le
permitía mejorar sus obras de arte, sino porque además sentía auténtica curiosidad sobre el
funcionamiento de la "máquina humana".
Tras su regreso a Milán en el año 1508, Leonardo se volcó con sus
numerosos proyectos de carácter científico. Y, de forma especial, con su intención de dar forma a varios tratados sobre
anatomía humana.
En fechas anteriores ya había mostrado interés por esta
disciplina, pero nunca había tenido
oportunidad de estudiar y diseccionar otra cosa que no fueran cadáveres de
animales.
Fue en esta nueva etapa milanesa cuando cumplió al fin su sueño de
escudriñar el interior del ser humano. Así se desprende de las minuciosas
anotaciones de uno de sus cuadernos, en el que afirma: "He diseccionado
más de diez cuerpos".
Aunque mal vista, aquella práctica era bien conocida en la época,
estando reservada generalmente a médicos y cirujanos que contaban con el permiso de las autoridades.
Parece que Leonardo obtuvo dichos permisos, y de este modo
consiguió diseccionar y estudiar varios cadáveres. El genio florentino conseguía los cuerpos en
hospitales —donde
a menudo nadie los reclamaba— y entre los criminales
que eran ejecutados públicamente.
Gracias a esta macabra curiosidad de Leonardo, hoy se conservan más de doscientos dibujos anatómicos que el artista
e inventor dejó plasmados en varios de sus cuadernos.
Sabemos que fueron muchos más, pero por desgracia buena parte de
ellos se perdieron y es muy probable que nunca aparezcan. La mayor parte de los que se conservan forman parte
del llamado Manuscrito A, hoy en la colección Windsor.
Dibujo
de los músculos de brazos y torso | Crédito: Wikipedia.
Algunos estudios históricos han sacado a la luz que Leonardo colaboró durante algún tiempo con el
anatomista Marcantonio
della Torre, profesor en la Universidad de Pavía,
y auténtico maestro en la disección de
cadáveres.
Parece que su intención era publicar un completo tratado de
anatomía junto a Della Torre, perocuando este murió a causa de la peste en 1511 sus
planes se frustraron.
Aquel contratiempo, sin embargo, no redujo el interés de Leonardo
por la anatomía. Cuando en 1513 las tropas de Maximiliano I ocuparon Milán, el artista decidió trasladarse a Roma acompañado
por sus discípulos.
En la Ciudad
Santa fue recibido por el mismísimo papa León X,
un Médici al que conocía bien, pues Leonardo había trabajado para su padre, Lorenzo el
Magnífico.
El Papa le ofreció unos aposentos en la Villa Belvedere,
en pleno Vaticano, y le facilitó una renta con carácter regular, además de
proporcionarle dos ayudantes para que auxiliaran en todos sus trabajos.
Gracias a aquellas facilidades, Leonardo regresó a sus pinturas y
a sus proyectos científicos, entre ellos las disecciones anatómicas. Para
realizar estas últimas se encerraba de noche en su estudio, sin la ayuda de
nadie.
Sin embargo, los dos ayudantes enviados por el Papa no apreciaban
a Leonardo, y cuando descubrieron a
qué se dedicaba por las noches, no dudaron en avisar de tales prácticas al
pontífice.
A diferencia de lo que ocurría en Milán, Florencia y otras
ciudades, en Roma la disección de
cadáveres humanos estaba prohibida por la Iglesia.
Por suerte para Leonardo, el papa León X le tenía
en gran estima, así que le perdonó, pero advirtiéndole de que no continuara con
aquellas prácticas inaceptables.
Dibujo
de un feto humano | Crédito: Wikipedia.
Para entonces, Leonardo da Vinci ya había practicado al menos un
par de decenas de disecciones, tanto de hombres como de mujeres, y había
anotado con su minuciosidad habitual todas sus impresiones y descubrimientos,
siempre acompañados de sus exactos dibujos.
Según algunos estudiosos actuales, como el biólogo Ron Philo, profesor en la Universidad de Texas y
coautor del libro 'Leonardo da
Vinci: the Mechanics of man', el genio renacentista
realizó algunos hallazgos importantes para su época.
Así, Leonardo habría detectado la
circulación de la sangre unos 150 años antes de que se explicara de forma
detallada y exacta, y casi llegó a comprender la diferencia entre sangre
arterial y venosa.
También mostró un gran interés
por la formación del feto humano —es muy conocido uno de sus bellos
dibujos al respecto—, y describió con gran
exactitud las características y el funcionamiento del sistema genitourinario.
Aunque algunos de sus dibujos no estaban exentos de errores, sus
diseños de anatomía humanafueron en muchos casos los más exactos durante siglos, y
todavía hoy se emplean entre algunos profesionales debido a su belleza y
perfección.
Un ejemplo más de la genialidad de un hombre cuya curiosidad y
espíritu científico no tuvieron límites.
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