Eme soy

martes, 11 de octubre de 2011

Maximilian Schell winning Best Actor



Maximilian Schell 


Nació el 8 de diciembre de 1930 en Viena (Austria). Debutó en 1952 en el teatro y dos años después en el cine. Trabajó en películas alemanas filmadas por Falk Harnack, Helmut Kautner, Arthur Maria Rabenalt, Eugen York. Pronto comenzó a ser solicitado por Hollywood, para realizar proyectos como El baile de los malditos (E. Dmytryk, 1958) o ¿Vencedores o vencidos? (S. Kramer, 1961), por el que le fue concedido un Oscar. En este periodo también se dejó ver en películas europeas como I sequestrati di Aitona (V. De Sica, 1963) o Topkapi (J. Dassin, 1964). Poco a poco fue aumentando su interés por la escritura de guiones y la producción de películas. Fue por ésto por lo que coprodujo e interpretó el papel de K en Das schloss (El castillo) de Rudolph Noelte (1968). Aquí comenzó su carrera como director de cine: Paulina 1880, J. L. Bertucelli, 1970; Un puente lejano, R. Attenborough, 1977; Julia , F. Zinnemann, id.; La cruz de hierro , S. Peckinpah, id., Les íles, Iradj Azimi, 1983). Además escribió y realizó Erste liebe, El peatón y Der richter und sein heinke En 1984 de nuevo trabajó como actor en Morgen in Alabama de Norbert Kuchelmann (RE). En 2006 apareció en la obra Resurrection Blues, de Arthur Miller, dirigida por Robert Altman en el Old Vic de Londres. Fue el padrino de Angelina Jolie, hija de Jon Voight y Marcheline Bertrand. 


¿VENCEDORES O VENCIDOS?
Realmente de esta espléndida película se pueden explotar argumentalmente páginas y páginas, ya que el planteamiento del oscarizado guión es sublime, no existen calificativos suficientes para describir todas las sensaciones que me produce disfrutar de  esta película tan llena de matices interesantes para una aficionada como yo a esos acontecimientos históricos que marcaron a muchas personas y paises.
Sin mediar en matices históricos, podeis  disfrutar de un grandísimo drama judicial, lleno de interpretaciones estelares, como es este film de S. Kramer "Vencedores o Vencidos".




No podemos olvidar la angustiosa interpretación de Judy Garland bajo la presión del dedo acusador de Maximilian Schell, la espectacular intervención de Montgomery Clift, como un hombre de pocas facultades mentales y Marlene Dietrich, actuando en un papel típico de mujer fría alemana, quien en un detalle curioso rememora la mítica canción "Lili Marlene". 



Pero las dos figuras principales de la película son Spencer Tracy y Burt Lancaster, este último con siempre una expresión hierática, afligida, pero a la vez rabiosa, ves en él aun hombre que está a punto de estallar y que de su boca no puede salir otra cosa que su verdad. De Spencer Tracy decir que en el último papel relevante de su carrera antes de su muerte, realiza una soberbia interpretación de un juez que tiene en su mano decidir el destino de los hombres que va a juzgar, a pesar de las presiones externas que recibe y finalmente es el personaje que, posiblemente exprese una mayor sensatez en todas sus conclusiones.



Toda esta magnífica orquestación de exposiciones argumentales y dilemas, está encabezado por un reparto espectacular, todos rayando a un nivel altísimo, sublime, una lección de interpretación inolvidable, resultando difícil el destacar a alguien, pero personalmente me atrae la interpretación del abogado defensor Maximilian Schell, una actuación muy sentida que desborda una gran convicción en todo lo que dice, resultando un contrapunto perfecto para Richard Widmark, el cual hace un magnífico papel de tenaz fiscal. 
Después de ponernos en antecedentes históricos, "Vencedores o vencidos" no solamente es una película donde podemos apreciar grandes actuaciones, ya que dentro de ella se plantea un interesantísimo dilema moral e ideológico de diversas connotaciones, ya que no sólo se juzgan a las personas sino también a todo un país, Alemania y dentro de esta excelente realización hay espléndidos monólogos de una intensidad y credibilidad muy lograda, consiguiendo tener siempre al espectador atento a cualquier aparición e intervención que se realiza en el juicio y Kramer dirige de manera soberbia todos los aspectos, ya que consigue que las casi tres horas de películas no resulten en ningún momento pesadas y además nos ofrece unas pausas indirectas que invitan al espectador a reflexionar sobre lo acontecido en ese momento, es decir no nos aturde con solo la filmación del juicio, nos hace plantear preguntas en nuestra mente sobre la veracidad de lo que cuentan lejos de ese espacio reducido. 

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