La película, adaptación de la novela “El poder en la sombra” de Robert Harris, relata cómo un ex Primer Ministro británico, Adam Lang (Pierce Brosnan), contrata a un escritor (Ewan McGregor) para que escriba sus memorias por él, si bien éste descubre ciertos secretos que pondrán en peligro su vida: Lang podría estar involucrado en detenciones ilegales a sospechosos de terrorismo y su posterior entrega a la CIA.
Antes de embarcarse en la adaptación de ‘El escritor’, Polanski estuvo trabajando en otro proyecto basado en una obra de Robert Harris, ‘Pompeya’, que fue cancelado tras retrasos y falta de financiación . Sin embargo, el director y el escritor hicieron buenas migas y así surgió la posibilidad de trasladar a la gran pantalla la polémica novela de Harris sobre un ex-primer ministro británico y el “negro” (en inglés “ghost writer”) que es contratado para arreglar y terminar su biografía, mientras estalla un escándalo que podría mandar al político a prisión. Asegura Harris que Polanski influyó de alguna manera en su novela, y que al descubrir que éste estaba buscando un thriller al que hincarle el diente, le entregó una copia de su nuevo trabajo con la esperanza de que al director le gustara. Así ocurrió, y aunque puede sonar a colegueo, el escritor afirma que el guión (obra de ambos) es superior a la novela. No la he leído, pero me lo creo.
Adentrándonos en un mundo tenebroso y hostil
Polanski desarrolla el suspense de una forma exquisita durante 130 minutos que se hacen cortísimos, evitando cualquier concesión al susto, al golpe de efecto sonoro o visual, apuntalando el desarrollo de la peripecia en la creación de una atmósfera malsana, inquietante, con una alternancia majestuosa entre el primer plano obsesivo dentro del set principal y unos encuadres amplísimos en exteriores que nos transmiten la insignificancia de McGregor deambulando por paisajes que pese a estar completamente vacíos evocan una intensa sensación de peligro. Todo ello bajo la lente de la gélida fotografía de Pawel Edelman. Visualmente, Polanski planifica la película de una manera bastante clásica, y por tanto, completamente cinematográfica. abundan las composiciones de cámara estáticas o en steady con los protagonistas en primer plano, y otros secundarios en segundo plano, pero suficientemente enfocados como para resultar inquietantemente omnipresentes (al estilo de ‘La semilla del diablo’). Aún asi, de vez en cuando se cuelan planos cámara al hombro, u ofreciendo una perspectiva semisubjetiva del protagonista, recordando a la magistral ‘Chinatown’. Como podemos comprobar, Polanski no se ha estrujado el cerebro con la puesta en escena de esta película, pero su oficio y dominio de estos recursos compensan parcialmente la falta de ideas nuevas
Desde luego, lo más fascinante de ‘El escritor’ son sus imágenes, su atmósfera y la manera en la que Polanski hace suya esta retorcida trama de ficción política ideada por Harris, llevándola a su propio terreno, transformando lo que podría haber sido otro thriller convencional más, en una opresiva pesadilla que nos transporta a otro mundo y otra época; y me refiero a la forma en la que está filmada (poca acción, pocos escenarios, pocos movimientos), ya que el retrato de un mundo sumamente peligroso es atemporal, vale ahora y siempre. Se vive con gran intensidad la amenaza que se cierne sobre el protagonista, como si uno estuviera en su lugar, descubriendo que se ha sido demasiado ingenuo, y que ya es muy tarde para escapar de la boca del lobo. Resulta extraordinario el uso del sonido y la música en este film,
El fantástico suspense que se crea desde la primera escena, con esa imagen del coche vacío en el ferry (casi “gritando” porque su dueño ha desaparecido), deja en un segundo plano cualquier discusión sobre las similitudes del argumento con la vida real, porque es que da lo mismo; la historia podría trasladarse perfectamente a un falso pasado o un futuro lejano, el antiguo presidente podría español o japonés, y la disfrutaríamos igualmente. La forma en la que está narrada convierte a la película en un clásico inmediato, podrá disfrutarse plenamente dentro de varias décadas, cuando todo lo ocurrido en Irak deje de tener importancia. Es evidente que aunque el ficticio político se llame Adam Lang, sus acciones se corresponden con las del verdadero Tony Blair, siendo sólo la más obvia de las comparaciones con el mundo real (por ahí aparece también Condoleezza Rice). En cualquier caso, considero un error centrarse en este tipo de semejanzas, ya que lo fundamental es que la narración es tan potente que parece verdadera, aunque nada lo sea realmente.
ResponderEliminarEsto se consigue, entre otras cosas, apoyando el relato en unos personajes de carne y hueso, con alma y entidad, tan reales como el público. Y ahí estás tú, en medio de esa gente, con tus propias sensaciones y tus propios pensamientos; en la película, tú eres el personaje principal, en este caso, el escritor fantasma que acepta ganar un montón de dinero por ayudar a un político a terminar un libro sobre su vida. Así que Polanski agarra al espectador y lo lanza al mundo de ficción que ha diseñado, para que experimentemos la aventura lo más cercanamente posible. Una aventura que está protagonizada por un tipo cercano y simpático (ojo a ese gesto que hace tras acabar de leer las aburridas memorias), algo torpe pero muy inteligente, no por un superhéroe de ingenio y resistencia increíbles; de este modo estamos más alerta, todo parece más creíble y conforme el “negro” se adentra en una espiral tenebrosa donde casi nada es lo que parece, no podemos hacer otra cosa que temer, todo el tiempo, temer que en cualquier momento uno de los lobos arrinconados, demasiado nerviosos, se lance sobre el cordero inocente. Por cierto, menudo nivel el del reparto, están todos inmejorables, tengan pocos (Timothy Hutton, Eli Wallach, Tom Wilkinson o James Belushi) o muchos minutos (McGregor, Brosnan, Olivia Williams y Kim Cattrall).
En cuanto a los actores, destaca volver a ver a Pierce Brosnan en un registro inquietante que, sin duda, no ha explotado demasiado durante su carrera, a pesar de que tiene hitos en esta dirección como su villano para ‘El cuarto protocolo’, aquel film de espionaje y terrorismo durante la Guerra Fría que protagonizó junto a Michael Caine. Aquí, sin embargo, su personaje no acaba de ser aprovechado del todo, y la duración de su tiempo en pantalla se me antoja escasa. Ewan McGregor, por su lado, ofrece una actuación competente, divertida en ocasiones, pero poco inspirada. Aún así, hay que agradecerle el habernos evitado la contemplación del nuevo peluquín de Nicholas Cage, actor para el que estaba previsto en un principio el personaje de McGregor. Kim Cattrall aparece por allí luciendo sus arruguitas, y Olivia Williams se desenvuelve bastante bien en su papel de ‘femme fatale’, aunque no llega al nivel que podría haberle dado al personaje la actriz Tilda Swinton, inicialmente prevista para el personaje de la Williams. Por último, destacar la enésima aparición del omnipresente Tom Wilkinson, actor de cuyo agente me gustaría conseguir el número en caso de dedicarme a la interpretación …
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