domingo, 2 de enero de 2011
Ciudades para el Siglo XXI, Santiago de Compostela 1/3
Santiago de Compostela es una ciudad y municipio de España, situada en la provincia de La Coruña, siendo la capital de la Comunidad Autónoma de Galicia desde 1982, tras una decisión política.
Está situada a 65 kilómetros al sur de La Coruña y a 62 kilómetros al norte de Pontevedra. Incluye los antigus municipios de Conjo (incorporado en 1925) y Enfesta (alrededor de 1970). La ciudad antigua es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1985.
En ella tiene su sede el gobierno autónomo gallego (Junta de Galicia) y el Parlamento. Destaca por ser un importante núcleo de peregrinación cristiana, junto con Jerusalén y Roma, al señalar la tradición de que allí se dio sepultura al Apóstol Santiago el Mayor. De especial importancia artística es su Catedral dedicada precisamente al Apóstol Santiago el Mayor. Es también relevante su Universidad, de más de 500 años de historia, la cual concede a la ciudad un agradable ambiente estudiantil, con 30.000 alumnos matriculados cada curso. Además es el fin de la vía originariamente construida por el Imperio romano del Camino de Santiago, privilegio que otros conceden a Finisterre. En 2007, Santiago de Compostela fue la quinta ciudad menos soleada de España, con 1.958 horas de sol, según se desprende de los datos de los que dispone el Instituto Nacional de Estadística, recogidos en su anuario estadístico.
Compostela es uno de los topónimos más discutidos porque la posibilidad de relacionarlo con el sepulcro del Apóstol Santiago, descubierto supuestamente en el siglo IX por Teodomiro, hace emotivos los razonamientos.
El lugar debió de estar habitado en época prerromana como demuestra el topónimo precéltico Sar, "corriente de agua", la existencia de una mámoa, porta da mámoa, y dos topónimos célticos, Callobre, primitivo nombre del Castro, y Troia de Turobriga, "ciudad fuerte". Y de los primeros tiempos de la romanización pueden ser algunas inscripciones funerarias y muchos sepulcros que se colocaban al lado de los caminos.
Este lugar tuvo tres nombres: Libredón, que para algunos sería céltico, "castro del camino", y para otros deriva de liberum donum, "libre concesión (de un terreno)"; entre los siglos IX y XI se le llama Arcis Marmoricis, que presenta el topónimo Arca, casi siempre indicador de sepulcro en mámoa. Pero en el siglo X los documentos empiezan a hablar de un suburbio Compostella, es decir, una parte de la villa que se llama así y que algunos sitúan en la actual zona de la Rúa do Franco. Desde el XI el nombre de la zona se extiende a toda la villa.
Desde siempre hubo interpretaciones de este topónimo. Popular fue el de campus stellae, "campo de la estrella", estrella que milagrosamente indica a Teodomiro el lugar. El Cronicón Iriense (XI-XII) lo deriva de compositum tellus, "tierra compuesta o hermosa". En el XII la crónica de Sampiro dice Compostella, id est bene composita. En el Códice Calixtino (XII) se cuenta la historia de una mujer llamada Compostella presuntamente vinculada a la prédica del Apóstol. Pero siempre fue más aceptada la interpretación de "villita (-ella) bien hecha", como quizás la dejaría la reconstrucción y fortificación del XI tras la destrucción de Almanzor en el 997. Pero Amor Ruibal, recordando el significado de compositum, "enterrado", que ya aparece en Virgilio, lo interpretó como "lugar donde está enterrado". Crespo Pozo y Luis Monteagudo, por fin, lo consideran prejacobeo, porque aparecen más compostelas por Galicia (y hay una Compostilla en el Bierzo) y lo consideran un compuesto céltico de comboros, "escombros", y steel, "hierro", significando "escorial de minas y herrerías, y también relacionándolo con el barrio de la ciudad la Estila. Sin embargo, las últimas teorías arqueológicas parecen centrarse en el dicho "Compostela, id est bene composita" y ése parece ser el verdadero origen de Compostela.
Compostela se encontraba en el trazado de la vía XIX que unía Lugo con Iria Flavia. En ese lugar desembocaban desde la época romana las vías procedentes de Orense-Chaves y de Monforte-Astorga, al mismo tiempo poseía una comunicación rápida con el puerto de La Coruña a través de Ponte Albar-Vista Alegre. Se había generado un cruce de caminos muy bien compuesto desde época romana. Se puede decir que Compostela era un gran nudo de comunicaciones que articulaba toda la Gallaecia. Lugar apropiado para la construcción del Templo y sede de la capital de Galicia.
Las últimas investigaciones arqueológicas sitúan aquí el posible enclave romano de Turoptiana, en el entorno de la Plaza de Cervantes y la Casa da Troia.
Historia
La historia de Santiago de Compostela se remonta a la prehistoria, la cultura castreña, la llegada de los romanos y, como punto de inflexión, el encuentro del enterramiento del Apóstol Santiago. A partir de ese momento la ciudad se conformará en torno al centro de poder representado por el arzobispo de Santiago y su representación física, la Catedral. El Camino de Santiago marcó desde entonces el devenir de la ciudad.
Orígenes
En el territorio que actualmente ocupa la Catedral de Santiago existía un poblado romano, que se tiende a identificar como la mansión romana de Aseconia y existió entre la segunda mitad del siglo I y el siglo V. El poblado desapareció pero permaneció una necrópolis reutilizada como cantera que estuvo en uso quizás hasta la época del Reino Suevo de Galicia, llegando hasta el siglo VII.
Los reyes asturianos comprendieron el peligro secesionista. Van a utilizar cuantos recursos estén en su mano para impedirlo. En primer lugar, se van arrogar la genuina representaciónde la tradición goda en materia de religión y leyes con lo que pretenden asegurar la unicidad del poder. En segundo lugar: van a nombrar a un heredero de sangre real, aunque segundón, para gobernar a Galicia. Pero la invención más genial es la creación de Compostela. Aprovechando la noticia del descubrimiento del cuerpo del Apostol, el rey de Asturias funda a sus expensas una iglesia que rodeará de privilegios. En torno de la iglesia situará comunidades y fundará un pueblo que desde el principio goza de prerrogativas reales. El rey de Asturias logra un doble objetivo: encontrar un patrón para su causa, un Santiago caballero, matamoros, y al mismo tiempo una ciudad fiel hasta el límite al rey asturiano enclávada en el corazón de Galicia. Santiago será un brazo extendido del monarca asturiano en Galicia.2
El nacimiento de Santiago como se conoce ahora está ligado al descubrimiento (presumible) de los restos del Apóstol Santiago entre el 820 y el 835, la elevación del rango religioso de los restos, la Universidad y, en la actualidad, la capitalidad de Galicia.
La figura que se convirtió en patrón de España en el siglo XVII, opositando con otras tan señeras como Santa Teresa de Jesús o San Millán de la Cogolla, y que sigue siendo capaz de atraer desde hace más de dos milenios hacia una punta occidental de Europa a millares de peregrinos de todo el mundo por los caminos de la devoción, la curiosidad, la cultura, la búsqueda personal o cualquier otra razón, no sólo era el fruto de "pescador de hombres", como le pronosticara Jesús. Aunque su biografía sí se encuentra en el vértice de una religión naciente y luego masiva, o en el de un joven continente europeo que buscaba definir su identidad en caminos de divergencia-convergencia similares al despliegue-repliegue de los surcos de la venera o vieira del peregrino.
Según una tradición medieval, como aparece por primera vez en la Concordia de Antealtares (1077), el eremita Pelayo, alertado por luces nocturnas que se producían en el bosque de Libredón, avisó al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, quien descubrió los restos de Santiago el Mayor y de dos de sus discípulos en el lugar en que posteriormente se levantaría Compostela, topónimo que podría venir de Campus Stellae (Campo de la Estrella), o más probablemente de Composita tella (tierras hermosas), eufemismo por cementerio. El descubrimiento propició que Alfonso II, necesitado de cohesión interna y apoyo externo para su reino, hiciera un peregrinaje —anunciado en el interior de su reino y en el exterior— a un nuevo lugar de peregrinación de la cristiandad en un momento en que la importancia de Roma había decaído y Jerusalén no era accesible al estar en poder de los musulmanes.
Santuario medieval
Poco a poco se fue desarrollando la ciudad. Primero se estableció una comunidad eclesiástica permanente al cuidado de los restos, formada por el obispo de Iria y los monjes de Antealtares, en la que espontáneamente se asentó un población heterogénea, aunque fundamentalmente estaba formada por emigrantes procedentes de las aldeas próximas y fue aumentando a medida que progresaba la peregrinación por razones religiosas por todo el Occidente peninsular, reforzada por el privilegio concedido por Ordoño II en 915 por el que se establecía que cualquiera que permaneciera cuarenta días sin ser reclamado como siervo pasaba a ser considerado como hombre libre con derecho a residir en Compostela. El primer habitante conocido de Compostela es, de hecho, un extranjero: Bretenaldo Franco, cuya mención más antigua corresponde al año 955.
El santuario fue adquiriendo relevancia política. De este modo allí fueron coronados monarcas del Reino de Galicia y del Reino de León como Sancho Ordóñez; Ordoño IV, Sancho I o Bermudo II. La ciudad fue creciendo y Sisenando II la fortificó en el año 969, conformando lo que se conoció como Locus Sancti Iacobi.3 Dado el auge que estaba cobrando, la ciudad fue destruida por Almanzor el 10 de agosto del año 997, el cual sólo respetó el sepulcro del apóstol. Al volver los habitantes comenzó la reconstrucción y, a mediados del siglo XI, el obispo Cresconio dotó a la ciudad de un recinto de fosos y una nueva muralla, sobre el antiguo anillo de empalizadas para proteger los nuevos barrios que habían surgido alrededor del Locus.4 Además, reivindicó para ella la condición de Sede Apostólica.
El año 1075 el obispo Diego Peláez dio comienzo a la construcción de la catedral románica. El aumento del peregrinaje hace de Compostela un lugar de referencia religiosa en Europa, lo que aumenta su importancia, y la ciudad se ve recompensada también políticamente al alcanzar, en la época del arzobispo Diego Gelmírez, la categoría de metropolitana para la iglesia compostelana (1120). La autoridad de la Iglesia de Santiago se extendía sobre la mayor parte de las diócesis del naciente reino de Portugal y sobre la mayoría de las de León. Santiago era, además, centro de un gran señorío feudal gobernado por los obispos de Compostela, que iba desde el río Iso hasta el Atlántico. Desde Santiago se organizó la resistencia armada frente a las invasiones normandas, los cuales conocían al Reino de Galicia como Jakobsland (País de Santiago).
Un hecho importante, desde el punto de vista político, fue la coronación por Diego Gelmírez de Alfonso Raimúndez, el futuro Alfonso VII, en la catedral compostelana como rey de Galicia. Desde el punto de vista religioso, sin embargo, hay que resaltar la concesión del privilegio del Año Santo Jubilar Jacobeo mediante la bula Regis Aeterni del papa Alejandro III en 1181. Desde el punto de vista social, cabe mencionar el prematuro levantamiento burgués contra Gelmírez y la reina Urraca en 1117.
En estos años se redactó el Códice Calixtino, un conjunto de textos reunidos en los años finales del arzobispado de Gelmírez y que se presentaba como de la autoría del papa Calixto II, fuente fundamental de la historia de la peregrinación a la tumba del apóstol.
Durante el arzobispado de Berenguel de Landoria Santiago estuvo levantada en armas desde el año 1318, un levantamiento encabezado por el noble Afonso Suárez de Deza. La solución al conflicto se produjo en el denominado día de la Ira, el 16 de septiembre de 1320 cuando en el Castillo de la Rocha Forte se asesinó a los líderes de la revuelta. Tras los acontecimientos, el 27 de septiembre se firmó la paz.
Entre los siglos XII y XIII se fue articulando la red de calles dentro del recinto amurallado. La llegada de la peste negra a la ciudad supuso una fuerte recesión demográfica, que empezó a remontar a partir de 1380. En el siglo XV tenía entre 4000 y 5000 habitantes.
Edad Moderna
El cabildo compostelano, dirigido por el deán Diego de Muros III promovió obras de gran importancia con un carácter propio del humanismo, como el Hostal de los Reyes Católicos y el Estudio Viejo, germen de la futura universidad que fue fundada en 1495 por Lopo Gómez de Marzoa. Este hecho y la labor del arzobispo Alonso III de Fonseca le dan un nuevo empuje a la atracción de Santiago, en particular en Galicia, a pesar del descenso relativo de la importancia de la ciudad.
Santiago fue sede de la Real Audiencia del Reino de Galicia desde 1508, pero la presión eclesiástica hizo que se trasladara a La Coruña en 1578. Las reformas del poder monacal marcaron el renacimiento de San Martiño Pinario y el Convento de San Paio de Antealtares, lo que contribuyó a dar ocasión a una intensa actividad constructiva.
A principios del siglo XVII se produce un periodo de decadencia en la ciudad. En su obra Annuales Eclesiásticos, el italiano Cesare Baronnio, confesor del papa Clemente VII, puso en tela de juicio la peregrinación del apóstol a Hispania. Este dato fue recogido en el Breviario Romano y produjo un grave daño a la ciudad de las peregrinaciones. El Cabildo Compostelano consiguió poco tiempo después que se modificase el Breviario, pero una nueva dificultad tuvo que ser salvada: la Orden de los Carmelitas, en los años 1617 y 1626, promovió a Santa Teresa como copatrona de España, con las pérdidas económicas que conllevaba para Santiago. De nuevo el Cabildo logró, con la ayuda de importantes personalidades de la sociedad del momento, como Quevedo, devolverle al apóstol la condición de único patrono de España.
Aún hubo un nuevo hecho similar, ya que en 1643 las Cortes proponen un nuevo copatrono de España, San Miguel Arcángel, pero esta propuesta decae muy rápido ya que ese mismo año Felipe IV estableció a Santiago como único patrono de España y ordenó que, todos los 25 de julio, se hiciera una ofrenda regia de 1000 escudos de oro al arzobispado de Santiago, a la vez que concedió una gran pensión de 20 años para sufragar la realización de un retablo a su honra (que se comenzó a construir el año 1658). Estos hechos produjeron una bonanza económica que hizo posible costear nuevas construcciones y reformas que se multiplicaron por toda la ciudad, obras en las que se plasmó un estilo propio y al mismo tiempo universal, el barroco compostelano.
Esplendor barroco
La prosperidad del cabildo catedralicio y de los monasterios hizo de Santiago un centro artístico puntero. En un primer momento comenzaron a trabajar en el taller de la Catedral una serie de maestros de obras y arquitectos foráneos, como el madrileño José Vega y Verdugo, el portugués Francisco de Antas, el abulense José Peña de Toro, el cántabro Melchor de Velasco o el Arquitecto Real Pedro de la Torre.
En este taller y en el de San Martiño Pinario se formó un grupo de arquitectos gallegos que hacia el año 1670 tomaron las riendas de las obras que se estaban desarrollándose en toda la ciudad. Figuras egregias como el compostelano Diego de Romay, Domingo de Andrade (torre del reloj), Fray Tomás Alonso, el leonés Fray Gabriel de Casas, Pedro de Monteagudo, Simón Rodríguez (fachada del Convento de Santa Clara), Castro Canseco (retablo de San Pelayo de Antealtares, Clemente Fernández Sarela (Casas del Cabildo y del Deán) o Fernando de Casas Novoa (fachada del Obradoiro) hicieron de Santiago un conjunto barroco de alto nivel a escala mundial. La magnificencia y las peculiaridades del estilo arquitectónico de estas personalidades hacen que se hable de barroco compostelano. El arzobispo mecenas por excelencia fue Fray Antonio de Monroy.
Santiago en este periodo se convierte en refugio de los exiliados irlandeses que reclaman acogida y centros de formación como el Colegio de los Irlandeses.
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