Eme soy

miércoles, 26 de septiembre de 2018

ALBERTO CORTEZ (LA VEJEZ)





Me llegará lentamente

y me hallará distraído

probablemente dormido

sobre un colchón de laureles.

Se instalará en el espejo,

inevitable y serena

y empezará su faena

por los primeros bosquejos.



Con unas hebras de plata

me pintará los cabellos

y alguna línea en el cuello

que tapará la corbata.

Aumentará mi codicia,

mis mañas y mis antojos

y me dará un par de anteojos

para sufrir las noticias.



La vejez...

está a la vuelta de cualquier esquina,

allí, donde uno menos se imagina

se nos presenta por primera vez.

La vejez...

es la más dura de las dictaduras,

la grave ceremonia de clausura

de lo que fue la juventud alguna vez.



Con admirable destreza,

como el mejor artesano

le irá quitando a mis manos

toda su antigua firmeza

y asesorando al galeno,

me hará prohibir el cigarro

porque dirán que el catarro

viene ganando terreno.



Me inventará un par de excusas

para amenguar la impotencia,

""que vale más la experiencia

que pretensiones ilusas"",

me llegará la bufanda,

las zapatillas de paño

y el reuma que año tras año

aumentará su demanda.



La vejez... es la antesala de lo inevitable,

el último camino transitable

ante la duda... ¿qué vendrá después?...

La vejez... es todo el equipaje de mi vida,

dispuesto ante la puerta de salida

por la que no se puede ya volver.



A lo mejor, más que viejo

seré un anciano honorable,

tranquilo y lo más probable,

gran decidor de consejos

o a lo peor, por celosa

me apartará de la gente

y cortará lentamente

mis pobres, últimas rosas.



La vejez...

está a la vuelta de cualquier esquina,

allí, donde uno menos se imagina

se nos presenta por primera vez.

La vejez...

es la más dura de las dictaduras,

la grave ceremonia de clausura

de lo que fue la juventud alguna vez.



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