martes, 28 de diciembre de 2010
Segovia, Antonio Machado y Catedral
LA ESTANCIA SEGOVIANA DE ANTONIO MACHADO
Por Jesús García y Jiménez – Glorioso Mester
Desde la explanada del Alcázar, el regreso lo hacemos por la calle paralela de la que hemos llegado, dejando a nuestra izquierda: la del Pozo de Nieve, calle Velarde, otro personaje que con Daoíz amplían la lista de héroes artilleros decimonónicos.
En la Edad Media estos barrios quedaban cerrados con cuatro puertas de las que actualmente solo queda una, la de esta calle, que denominan Puerta de la Clausura , en la hornacina sobre el arco veremos una Piedad, copia idéntica de la que guarda la Catedral. Proseguimos hasta llegar a un cruce que albergan los Jardines de Fromkes, y a su izquierda el antiguo edificio inquisitorial del Santo Oficio, hoy, afortunadamente, vivienda particular; frente a San Esteban situada en la plaza del mismo nombre admiramos una de las torres más atractivas del románico español, considerada La reina de las Torres Bizantinas, con sus 53 metros de altura conformada de cinco cuerpos, dos de ellos de arquería ciega; es monumento nacional desde 1896.
Habitación de Antonio Machado
San Esteban
A nuestra derecha la calle de los Desamparados, donde en una pensión habitó Antonio Machado mientras ejercía su docencia como profesor de francés en el Instituto General y Técnico segoviano, desde 1919. En las mañanas de fríos inviernos de esta villa, don Antonio se aseaba en el viejo palanganero que le había proporcionado doña Luisa, su patrona, cruzaba la habitación de otro huésped, ya que eran contiguas y sin pasillo, cerraba la puerta de la vivienda y partía ligeramente encorvado embutido en un oscuro y usado abrigo rumbo al Instituto General y Técnico (actualmente denominado Mariano Quintanilla) ubicado donde terminaba el Acueducto, su trayecto por la Plaza Mayor , Calle Real, con los ojos casi perdidos en algún punto en el infinito; una bufanda arrollada sobre el rostro y sus maltrechos pies encerrados en unos zapatos acordonados que parecían ser de una talla mayor.
Leonor
Para él la enseñanza no era una vocación, era el modo de ganarse la vida, no había sido un buen estudiante, acabó de milagro el bachillerato a los 25 años, y pudo opositar a la cátedra de francés al no ser exigida carrera universitaria; su verdadera inclinación estaba entre las cuatro paredes de su habitación llenando cuartillas con tinta, Se enamora de Guiomar, su verdadero nombre era Pilar de Valderrama Alday y Martínez de la Pedrera , también poetisa, y no se sabe por qué Machado la llamaba así en sus poemas y en sus cartas. Ocultó siempre el verdadero nombre de esta mujer y ni siquiera sus hermanos supieron que estaba enamorado. Parece ser que Guiomar estaba casada, por lo que se intuye que fue un amor puramente platónico, y que de algún modo llenó el vacío que desde hacía años sentía al fallecer su esposa Leonor, víctima de la tuberculosis.
Desde la mesa de su habitación pasaba horas componiendo versos a su amada Guiomar, lugar donde sin apenas ruidos, podía pensar, escribir, dar escape a su mente ocultando su dolor humano de poeta, mirar por la ventana tras los rojos tejados a sus Campos de Castilla.
Guiomar
La actual casa – museo de Antonio Machado, propiedad de la Academia de Historia y Arte de San Quirce, está en esta calle, pegado al edificio que fue la pensión de doña Luisa, quien con tanto cariño trataba al poeta, pendiente siempre de él como un hijo; cepillándole la solapa del abrigo cuando por distracción la manchaba con la ceniza de un despistado cigarrillo. Esta casa museo, donde el tiempo se ha anquilosado desde hace más de setenta años, conserva lo rancio de la austera y espartana vida, pensión modesta que hasta sus moradores así se denominaban, en este lugar vivió en su etapa segoviana el poeta sevillano, tras haber recorrido institutos de secundaria en Soria y Baeza y antes de su último destino en Madrid En 1936 se declara la Guerra Civil y Antonio Machado toma partido decididamente por la legalidad republicana, colaborando en revistas y actividades culturales republicanas y hasta entonces duraron las relaciones del poeta con Guiomaresta al comenzar la contienda huyó con su familia a Portugal; En noviembre de 1936, ante el asedio de la capital de España, Antonio Machado se traslada a Valencia.
Tumba de Machado (Cementerio de Colliure)
Antonio Machado se quedaba en zona republicana vivió una época en Valencia 1937: publica el libro La guerra, que contiene poemas y prosas cuyos temas y motivos giran entorno a la contienda.
De Valencia se trasladará, ya enfermo, a Barcelona y desde allí, debido a la cercanía de las fuerzas franquistas, saldrá camino del exilio en enero de 1939 con su anciana madre terminando en el pueblo francés de Colliure, próximo a la frontera española oriental
El 22 de febrero de 1939, en dicha localidad francesa de Collioure, morirá el poeta. El último verso que escribió decía...
Estos días azules y este sol de la infancia,
la taza de una fuente, el patio, el limonero
el niño que yo fui, el viejo que ahora muero.
Estos días ya grises y estas nieblas de Francia
Tengo la certera impresión de que muy pocas personas conocen este lugar. Posiblemente algunos ni siquiera sepan que Machado permaneció en Segovia durante casi trece años. Gracias a la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce muchos estudiantes pueden acercarse a Segovia y visitar esta Casa-Museo, además del Acueducto o el Alcázar, Segovia tiene mucho más arte e historia pretérita que hogaño podemos resucitar recorriendo palmo a palmo, entre ellas la memoria del poeta Sevillano
Apostillo con un paseo por la ribera del Duero soriana, paseo entre dos lugares eminentemente templarios, me refiero al recorrido entre la encomienda de San Polo y San Saturio, me vine a la mente este hermoso poema:
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que, rojo en el hogar, mañana
ardas, de alguna mísera caseta
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hacia la mar te empuje,
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verde
Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
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