sábado, 11 de diciembre de 2010
"An old-fashioned politician"
Debería situarse entre las mejores películas del maestro John Ford, aunque lo cierto es que “El último hurra” no figura entre sus trabajos más reconocidos. A partir del guión de uno de sus colaboradores habituales, Frank S. Nugent, la cinta se centra en un anciano alcalde de origen irlandés que se presenta una vez más a las elecciones municipales. Frente a él, un nuevo aspirante de poca valía, pero que será encumbrado por las “malas” artes de la publicidad. Ford nos ofrece un espléndido, agudo y muy acertado retrato de la política americana local, sin perder un ápice de actualidad a pesar de los años transcurridos, y con un Spencer Tracy en un papel impregnado de humanidad y saber hacer.
Superior a films mas famosos como "El político", "Tempestad sobre Washington" o "El mejor hombre", la película analiza y muestra la esfera política de manera penetrante. La confrontación entre dos mundos (el antiguo y el nuevo), dos filosofías (la experiencia y la ingenuidad) y dos maneras de entender la vida, es tan memorable aquí como en esas películas de duelos interpretativos ("La herencia del viento" de Kramer, "El justiciero" de Kazan, "La solterona" de Goulding, etc). El fin de una era (el mundo hasta el final de la 2ª Guerra Mundial) y la amargura que esto representa para Ford (presente ya en su filmografía hasta el final) adquieren aquí una cota insuperable. Si hubiera que salvar una sola película de John Ford de la quema, yo escogería ésta.
Spencer Tracy se presenta a la reelección como alcalde una ciudad por quinta vez. Los contrincantes son los mismos que ya ha tenido otras veces y a los que siempre ha derrotado, pero esta vez ha saltado a la palestra un joven que aunque en realidad es poco menos que un estúpido y un pelele, cuenta con el respaldo de un periódico cuyo director (John Carradine) es enemigo acérrimo de Tracy y está usando un nuevo medio de comunicación, la televisión, para hacer llegar su imagen y su mensaje a sus conciudadanos. Tracy sabe que ésta va a ser su última campaña, su último hurra, pero quiere seguir haciéndola como lo ha hecho siempre, a la manera tradicional. Es decir, que la película nos presenta lo que ya hemos visto en muchas otras, política y medios de comunicación de la mano, influencias, intereses, chantajes y presiones a la palestra. ¡Pero de qué forma tan amena lo hace! Y parece ser que John Ford opinaba igual que yo de los políticos. “¿Dónde están los mejores?”, le pregunta alguien al alcalde. “Por supuesto, no en la política”, responde él
Resulta increíble, pero la mayor parte de las situaciones que contemplaremos en esa campaña electoral son absolutamente reconocibles e idénticas a las que hemos podido ver de nuestros propios políticos actuales en campaña, modos, frases, actuaciones… Increíble, pero cierto. Ahora actúan igual que ¡hace 50 años! Pero ¿cómo es posible? ¿Cómo pueden seguir engañándonos igual sin haber cambiado de métodos, con los mismos trucos? Me deprime la respuesta. Pues lo logran porque en realidad la mayoría de nosotros somos tan catetos y tan borregos como antes y ver a un político besar a un niño en un mercado de barrio nos parece que le hace muy humano y una buena persona, sin caer en que ese tipo no ha pisado un mercado en su vida, excepto en campaña electoral y que a lo mejor no ha besado a un niño ni aunque fuera su propio hijo.
Hay una escena que me impacta por lo actual en las reacciones de nuestros politicos y que nos da una idea real de quién mueve realmente los hilos de nuestros politicos.
Y es la escena en la que Skeffintog (Tracy), entra en la sala del Club selecto y donde se encuentra almorzando en petit comité todos los dirigentes de los Bancos de la ciudad y Skeffintong coge al toro por los cuernos y les pidé que aprueben ya los prestamos para poder construir las viviendas de protección y el portavoz de los banqueros le dice que la ciudad no se merece que los bancos les concedan esas casas, y Skeffinton contesta que la ciudad no les pertenece y que en cualquier caso somos nosotros los ciudadanos los dueños ...
Qué ? .. Nos suena de algo????
Hace tan sólo unos 15 días los representantes de lasmás importantes Entidades bancarias de nuestro pais, se reunieron con nuestro dirigente politico..( Como podeis comprobar para marcar sus pautas ), lo que nos hace pensar .., en ??????????????????????????????
Realmente quién o quienes dirigen nuestro pais o paises ? los representantes politicos a los que con buen criterio y buena voluntad votamos y por tanto salen elegidos o son estos señores Banqueros que se creen los dueños del pais, los que encima montan la crisis de las NARICES.., ( Miren Vds., por donde estos si que daban hipotecas al 120% del valor de tasación ), dejan sin casas a los hipotecados, nos dejan sin empleos, sin pensiones , se les rescatan con dosis inyectables de las llamadas subvenciones, visto que es un mal de males de todos los tiempos.
Aaaaaaaaaayyy..., que grande!!!
¡Qué grande Tracy Con un aplomo y una ironía apabullantes. Pero es que tiene a su disposición unos diálogos que son una auténtica gozada. La mayoría de las veces es para escuchar dos veces y sin perderse una coma. Y no es que sean grandes frases, pura filosofía, no, nada de eso, todo lo contrario, son frases sencillas, con gran mordacidad y sarcasmo, de las que podríamos usar coloquialmente cada uno de nosotros, si se nos ocurrieran y pudiéramos decirlas a la velocidad a la que las suelta él. ¡Qué grande era Tracy! Lástima que no se presente a unas elecciones. Yo votaría por él.
Ford era… ¡Un maestro! ¡Qué manera de narrar una historia! No es una de sus obras de grandes espacios abiertos y héroes sueltos en el oeste, no, ésta es de las llamadas costumbrista, sólo que no transcurre en la verde Irlanda, aunque parezca que nos hayamos trasladado a El hombre tranquilo en secuencias como la del funeral. Larga secuencia ésta, mostrándonos una mezcla de drama y comedia que sólo un maestro puede encajar tan a la perfección como aquí, con situaciones emotivas y cómicas, con diálogos mordaces intercalados con otros de gran sensibilidad, “Esto no se parece nada a un velatorio. ¡Es un auténtico mitin político!”.
Pues eso, que Ford es un maestro dirigiendo a un grande entre los grandes y a un plantel de secundarios de lujo, casi todos ellos habituales en sus películas. No es una película demasiado conocida y eso es algo que debería cambiar porque es una obra absolutamente recomendable para los amantes de las películas políticas. Para los que, como yo, se aburren con estos temas… no deberían perdérsela.
John Ford siempre tuvo fama de conservador cuando realmente siempre se había considerado un democrata de los pies a la cabeza, lo q ue demuestra que siempre le preocupó la politica y sus alrededores. Las uvas de la ira (The grapes of wrath, 1940) es una muestra clara de cine políticamente comprometido y El joven Lincoln (Young Mr. Lincoln, 1939) era toda una declaración de intenciones y de principios.
Con El último hurra pasaba de la hagiografía sentida del drama histórico a la invención de un personaje contemporaneo que bien podría haber sido Lincoln si no hubiera sido asesinado por John Wilkes Booth y que hacía bascular la trama entre la comedia y el drama para finalmente concluir la película como una agridulce tragicomedia tajante y taxativa. Y si Henry Fonda era la perfecta encarnación del impetu y la honestidad del joven abogado antiesclavista, Spencer Tracy representa fenomenalmente al viejo zorro que sabe tratar a cada uno de la manera que se merece: duro ante los poderosos, humano con los débiles.
Cómo agradecer a un hombre un millón de sentimientos.
Y si hay una escena entre todas la escenas es la que muestra a ese hombre victorioso en la derrota volviendo a casa tras el último escrutinio. Un travelling decidido que nunca antes fue tanto una cuestión de moral (Godard dixit) como aquí. 45 segundos de un hombre que anda hacia la izquierda de la pantalla mientras la comitiva, la cabalgata victoriosa del absurdo e incapacitado adversario atraviesa la calle hacia la derecha. El silencio se contrapone al barullo. La honestidad se contrapone a la mentira. Un hombre victorioso en la derrota se contrapone a muchos derrotados en su flamante victoria
Y si hay una frase que me hace casi llorar en la historia del cine aparece casi al final de esta maravillosa película cuando el Sancho Panza (Ditto/ Edward S. Brophy) de ese particular Quijote de la política en el lecho de muerte de Skeffintong se despide definitivamente de él. Skeffintong le hace una pregunta retórica que merecería figurar en cualquiera de las antologías de frases de cine (y creo que en muy pocas está, si es que realmente participa de alguna): Ditto. ¿cómo agradecer a un hombre un millón de carcajadas?. Por supuesto, la réplica de Ditto es también de antología: ¿A quién, jefe?
EL ÚLTIMO HURRA….., Un hombre victorioso en la derrota., sin más
ANÉCDOTAS Y/O CURIOSIDADES
1) El guión de Frank S. Nugent, uno de los colaboradores habituales de John Ford, adapta una novela de Edwin O'Connor.
2) La primera opción de John Ford para esta película era Orson Welles, pero no lograron ajustar sus agendas. Cada uno de ellos era admirador del trabajo del otro. Ahora, después de ver la película, no me imagino a nadie mejor que Tracy para el papel.
3) Jeffrey Hunter, que ya había trabajado con Ford dos años antes en “Centauros del desierto", era aún un actor poco conocido, pero se hizo mundialmente famoso al encarnar tres años más tarde al Jesucristo más guapo de la historia del cine en “Rey de reyes”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario