Tuvo una carrera realmente prolífica (se cuentan más de 1.400 obras) y polifacética, y los estudiosos de su figura no dudan en compararle con el genial Alphonse Mucha, de cuyo estilo sin duda “bebía”. Sin embargo, pocos conocen el nombre y la obra de Eulogio Varela, un artista gaditano que tuvo entre sus amigos a Juan Gris y llegó a influir en Picasso.
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Aunque nacido en el Puerto de Santa María, la carrera artística de Varela se desarrolló plenamente en Madrid. Allí se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando junto a su amigo y maestroEmilio Sala, y allí ejerció más tarde –después de la Guerra Civil–, como profesor en la Escuela de Artes y Oficios.
Es posible que pese a su enorme capacidad creativa, que no sólo se reducía al dibujo y la ilustración –disciplinas en las que destacó especialmente–, su nombre haya quedado relegado a un segundo plano entre las principales figuras del modernismo español debido a su dedicación profesional en el ámbito de la ilustración y la publicidad.
Paradójicamente, la misma actividad que al checo Mucha le proporcionó una enorme fama, a Varela le apartó parcialmente de los principales circuitos artísticos. Y es que el gaditano dedicó gran parte de su carrera (38 años, entre 1898 y 1936) a trabajar como ilustrador en la revista Blanco y Negro –en la que también ejerció de director de arte– y en el periódico ABC.
Aunque fue el ilustrador de estilo modernista más conocido de Madrid, su carrera no quedó ahí. En colaboración con su mentor Emilio Sala decoró el casino de Madrid y el Teatro Español, y consiguió repetidos premios en las diferentes Exposiciones de Bellas Artes celebradas en los últimos años del siglo XIX y la primera década del XX.
Pero además, Varela dio forma a multitud de dibujos, joyas, vidrieras e incluso muebles, demostrando que su valía artística no se reducía al terreno de la ilustración, sino que alcanzaba también la orfebrería, las artes gráficas y las artes decorativas, en la línea del movimientoArts & Crafts, y el Art Nouveau.
Al igual que otros muchos artistas de su tiempo –como ya hemos visto en más de una ocasión–, Varela también se mostró muy interesado por cuestiones esotéricas y ocultistas, dando forma a varias obras en las que sobresalen los temas místicos, fantásticos y sobrenaturales; además su obra también recogió a menudo mundos fantásticos poblados por dragones, hadas y seres mitológicos.
Al mismo tiempo fue también un amante de la estética wagneriana, y se empapó de otras muchas corrientes estéticas que hacían furor en la Europa de su tiempo, como la Secesión Vienesa, el simbolismo e incluso el gusto por las estampas japonesas.
Varela creó también su propio taller en la madrileña calle de Hortaleza, donde realizó multitud de encargos publicitarios, tipográficos y de cartelería, y también tuvo tiempo para la divulgación, pues fue autor de dos libros que tuvieron repercusión internacional.
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