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sábado, 10 de septiembre de 2011

La Deuda Trailer HD en Español




El británico John Madden ha desarrollado su carrera principalmente en el teatro y la televisión, encargándose de cintas de calidad para la BBC y otras cadenas, que han obtenido numerosos premios, entre ellos el BAFTA al Mejor Drama, otorgado al capítulo ‘Principal sospechoso: la niña perdida’, en el que el director colaboró por vez primera con Helen Mirren. Más de veinte años después de comenzar su carrera y de trasladarse a EE. UU., Madden dio el salto al cine con el largometraje ‘Ethan Frome’ (1993), con Liam Neeson y Patricia Arquette. Entre sus nueve películas para cine, se encuentran la nominada al Oscar ‘Shakespeare enamorado’ (‘Shakespeare in Love’, 1998), ‘La mandolina del capitán Corelli’ (‘Captain Corelli’s Mandoline’, 2001), ‘La verdad oculta’ (‘Proof’, 2005), ‘Killshot’ (2008) y la que nos ocupa. Aún sin estrenar en nuestro país se encuentra ‘The best Exotic Marigold Hotel’ (2011).
En este caso, llega a las pantallas de nuestros cines ‘La deuda’ (‘The Debt’, 2010), un drama de espionaje protagonizado por Helen Mirren, Tom Wilkinson, Ciarán Hinds, San Worthington, Jessica Chastain (‘El árbol de la vida’), Marton Csokas y Jesper Christensen. La película se narra desde dos épocas y en cada una de ellas, una terna de estos actores interpreta a los personajes, con la excepción del danés Christensen, que se mantiene en su papel.

El guion, firmado por Matthew Vaughn, Jane Goldman y Peter Straughan, podría hacer pensar en la traslación de una obra teatral, trabajo que no habría sido novedoso para Madden, sin embargo, ‘La deuda’ es un remake de la película israelí ‘Ha-hov’ (2007), escrita por Assaf Bernstein e Ido Rosenblum. A mediados de los años ’60, una joven judía, que trabaja para la Mossad, recibe el encargo de ocultarse en el Berlín del Este, fingiendo estar casada con un hombre y compartir piso con otro, para secuestrar a un antiguo nazi, conocido como el cirujano de Birkenau, que infligió torturas y causó la muerte a cientos de prisioneros, con la intención de llevarlo a Israel para someterlo a un juicio.
El modo en el que la película se va desenvolviendo y la información se va filtrando sirve a los autores para mantener al público en una incógnita constante sobre lo que está viendo. No solo no se sabe lo que sucederá a continuación, sino que muchas veces los acontecimientos que se visionan en cada instante carecen de la explicación suficiente para ser entendidos por completo. Gracias a este inteligente método, la intriga se sostiene incluso durante las circunstancias que en otras propuestas serían solo un necesario trámite para presentar la trama. El interrogante está constantemente abierto en la mente del espectador.
El paso de un tiempo a otro, con episodios muy extensos en cada uno de los momentos temporales, no hace que se pierda el interés, riesgo que se corre en estos casos. En ambos contextos, los conflictos tienen la intensidad suficiente para no solo atraer por sí solos, sino recuperar el interés que habrían perdido cuando la narración se abandonó para irnos al otro periodo.
Precisamente, uno de los puntos a destacar, es el tiempo que el director dedica a construir los personajes, que con su exacta y precisa interpretación, hacen que a pesar de los 30 años que separan las dos líneas temporales existentes, creamos que los personajes adultos siguen atrapados en el Berlín de 1965.
Mención adicional se merece la exquisita interpretación de Jesper Christensen, quien recrea a la perfección el papel de un criminal que con una gran inteligencia psicológica y una habilidad extraordinaria, consigue influir en sus captores a través de sus debilidades, y nos ofrece las mejores escenas de la película que sin duda, no pasarán desapercibidas por nadie del público.
Si tenemos que ponerle un pero a la película, podríamos decir que la banda sonora dirigida por Thomas Newman, pasa completamente desapercibida y no acompaña en los momentos de más suspense e intriga.
Se podría sostener de Madden que en la corrección sin más de esta película deja muy claros sus orígenes televisivos y la pulcritud excesiva que le han conferido sus décadas al frente de trabajos de encargo de categoría. Es cierto que ‘La deuda’ no destacará jamás como realización personal, novedosa o extraordinaria. Pero sería injusto negar que, en los momentos en los que es necesario crear tensión –como lo son la escena de la abducción del ginecólogo y más aún la de la estación de trenes–, el cineasta ha sabido poner los pelos de punta y mantenerte al borde de la butaca, como se suele decir en inglés, pendiente de si el plan resultará efectivo o si, por el contrario, sus artífices serán atrapados infraganti.
Rodada entre Londres –los interiores son decorados recreados en los estudios de la Ealing–, Budapest, donde se simula el Berlín Este de los sesenta, y Tel Aviv, siendo uno de los pocos rodajes autorizados en Israel; ‘La deuda’ hace una recreación verosímil de la época y más aún, de la tristeza y escasez de aquella situación histórica en la que las heridas de la guerra se mantenían abiertas, sangrantes y purulentas.

Los tres actores maduros acarrean las cicatrices físicas y emocionales que sufrieron en el pasado y el daño de estos treinta años viviendo una mentira. En las interpretaciones de los tres se puede apreciar esa huella, ese peso que ha afectado a cada uno de diferente manera, pero que no ha dejado a ninguno libre. Los intérpretes del pasado resultan igual de convincentes. Entre todos son capaces de trasladarnos el elemento, en mi opinión, más valioso de la película: esa implicación tanto emocional como moral.
 El dilema –esa “duda” que hace pensar en una errata en el título “la deuda“– y la dificultad a los que les ha sometido su decisión los agrava con una enorme carga que adereza el atractivo de los films de espionaje con una sugestiva exploración psicológica.
Sin ser una película que destaque en ningún aspecto concreto, que se pueda proclamar como enorme obra de arte o que esté destinada a recordarse durante años, en mi opinión, ‘La deuda’ lo tiene todo para satisfacer mi apetito de determinados ingredientes que, aunque ya hayan estado presentes en gran parte del cine, recientemente cuesta encontrar. Por una parte, aporta el tema del espionaje, que incluye esa siempre divertida preparación de un plan y su consiguiente ejecución más o menos exitosa. Hallamos, asimismo, un dilema psicológico representado en tres personas, que nos acerca una bien llevada exploración de las psiques y las emociones. Para completar, tenemos un juego con la estructura y con la dosificación de la información sumamente astuto… Y para rematar, no podemos olvidar las excelentes interpretaciones

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