Retrocedemos seis décadas para traer de vuelta un clásico del cine, protagonizado precisamente por uno de nuestros pares. Con una mentalidad idealista y una ética incorrompible, el mayor genio arquitectónico de la época no tranzará ante el “sistema” que busca imponer la idea de la masa por sobre la creación individual.
El manantial (The Fountainhead) es una película basada en la novela El manantial, de Ayn Rand. Sigue fielmente la trama argumental básica de la novela, aunque, como es lógico, dejando fuera muchas subtramas del libro.
Fue realizada en 1949, dirigida por King Vidor y está protagonizada por Gary Cooper (Howard Roark), Patricia Neal (Dominique Francon), Raymond Massey (Gail Wynand) y Kent Smith (Peter Keating).
El guión fue escrito por Ayn Rand, y controlado minuciosamente por ella misma de una forma completamente desacostumbrada en Hollywood, donde los estudios se toman todo tipo de libertades con los guiones originales. En varias ocasiones durante el rodaje, Ayn amenazó con suspender todo el proyecto si el guión sufría la más leve modificación.
Ayn Rand quería que los diseños arquitectónicos que aparecen en la película fuesen hechos por Frank Lloyd Wright, el arquitecto real que inspira parcialmente al arquitecto de ficción, Howard Roark. Lloyd Wright pedía tanto dinero por sus diseños que los estudios vetaron esta posibilidad.
Tanto Gary Cooper como Ayn Rand no quedaron satisfechos con la película. Gary Cooper, quizás ya demasiado mayor para un papel que en libro corresponde a un hombre joven, pronunció el famoso discurso final sin entenderlo realmente, cosa que se nota en la entonación y el énfasis. Incluso se disculpó ante Ayn Rand y le ofreció volver a rodar la escena, oferta que Ayn rechazó. Ayn Rand tuvo que luchar mucho para mantener la integridad del guión, y aún así tampoco quedó satisfecha con la película, llegando a afirmar que lo único bueno que tenía era que conseguiría nuevos lectores para la novela.
Esta película es una combinación perfecta de drama y romance. Por una prte desarrolla la historia de un arquitecto inconformista-dispuesto a cualquier cosa por defender su integridad como artista que se comporta de modo inflexible ante las presiones personales, profesionales y económicas.
La película exalta así los valores del individualismo, la firmeza de carácter, la perseverancia, el sacrificio personal y la libertad artística, y critica el colectivismo conformista y las modas. Al mismo tiempo la película presenta una tempestuosa y compleja historia de amor en forma de triángulo amoroso, que aporta a la historia una interesante y atractiva atmósfera de tensión sexual, y que se erige en uno de los elementos protagonistas de la cinta de hecho, tuvo bastantes problemas de censura en su estreno en España, algo que acrecentó su fama de forma indirecta.
Esta pasión en la pantalla se ve reforzada por el uso de elementos metafóricos o escentas como el primer encuentro de Dominique y Howard en las canteras a cielo abierto de granito gris de Connectict, bajo la luz cegadora del sol de mediodía del verano refleja perfectamente la pasión existente entre los dos personajes…, que se extrapola así mismo en la vida real ( Gary Cooper mantuvo una fuerte relación sentimental con la actriz Patricia Neal, desde que rodaron juntos el filme "El manantial"). La mujer del actor se negó a concederle el divorcio y el idilio finalizó tras protagonizar la pareja la película "El rey del tabaco".
La musica de Max Steiner, que combina fragmentos orquestales y fragmentos de solos instrumentales , piano y la fotografía de Robert Burks, que ofrece un brillante e imaginativo estilo.
No obstante, la película es muy apreciada hoy en día en círculos objetivistas. En las redes P2P los seguidores de Ayn Rand distribuyen fragmentos de audio o vídeo de la película.
Parte del éxito de la película vino del hecho de que la novela se convirtió en una lectura popular entre
Los soldados norteamericanos durante la Segunda Guerra Mudial.
Ah, y esa escena final con un Gary Cooper.., casi en los cielos, con el viento azotándole en las alturas resulta ESPLÉNDIDA, con mayusculas.
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