Eme soy

jueves, 2 de agosto de 2012

En las calles ahora hay fantasmas



Hay  fantasmas en las calles

CATALINA GAYÀ                              Jueves 2 agosto 2012, 
Hay fantasmas en las calles de esta Barcelona en crisis. Fantasmas porque conviven y forman parte del movimiento ciudadano, pero pareciera que no están y que son invisibles al ojo del transeúnte. El miércoles, un hombre de apariencia anodina se frenaba, de repente, en la calle de Elisabets. Se quedaba paralizado mientras la vida -turistas acalorados y ciclistas despistados- seguía pasando a su lado. Él no se inmutaba. Mirando al frente, contaba hasta 120 y daba otro paso con la pierna contraria, procurando no tocar ninguna de las líneas horizontales que forman las baldosas de la calle. Nadie lo miraba. Esta cronista lo observó un rato, pero tampoco se atrevió a desposeer al hombre de ese estado casi zombi.
Un edificio tapiado en la calle del Arc del Teatre, el martes. DANNY CAMINAL


  

Ayer por la mañana, en la plaza de los Àngels, un hombre joven estaba sentado en un escalón. Nunca antes la derrota había sido encarnada de manera tan física por un ser humano. Vestido para ir al trabajo, el hombre tenía los ojos rojos. Eran las nueve de la mañana. A su lado, había una lata de cerveza sin abrir, como si esa lata roja comprada en cualquier lugar simbolizara la frontera entre el camino que había seguido hasta ese momento y el que podría tomar después. En la plaza de George Or-well -escenario de la última crónica- un hombre, currículos en mano, iba de tienda en tienda. La cara era casi la misma que la de este hombre sentado frente al Macba.

Hace días que esta cronista anota situaciones fantasma de esta Barcelona turística y veraniega que se resume en postales y que cada vez es más turística y menos barcelonesa.

Ayer mismo, una chica escogía la calle del Arc del Teatre para inmortalizar sus vacaciones. La elección, en sombra, y oliendo a meados, era surrealista. Se retrataba frente a un edificio tapiado. ¿Estará de moda lo fantasmal y ruinoso? Ayer Twitter, el nuevo oráculo como antes lo fuera Mr. Google, no parecía tener respuesta a la pregunta.

La chica, vestida a lo Mad men, posaba a lo Facebook: en escorzo y respirando hondo para disimular barriguita y realzar pecho. «Excuse me, ¿por qué aquí?», preguntaba yo. «Es monocromático», decía la chica, y esta cronista siente el deber de escribir esta fantasmada de respuesta.

La calle ayer era monocromática por lo triste y espectral. Al edificio tapiado le sigue un descampado en el que se acumula basura. Esta cronista se asomaba al descampado -la puerta estaba abierta- con miedo de encontrar una chabola o a un chico viajando a caballo y con la aguja en el suelo. Últimamente, en cada descampado de la ciudad hay una barraca. Sucede en la Ribera con agujas incluidas; sucede una y mil veces en el Poblenou, y sucede en El Raval.

En la plaza de Joaquim Xirau, el martes había un grupo de guardias urbanos haciendo tertulia. Habían dado por finalizada la persecución de unos vendedores ambulantes. Los acababan de perder ahí. También los ambulantes son fantasmas. Los vemos, pero nada sabemos de ellos. Hace años, uno de ellos -vendía bolsos- me contó que había saltado la valla de Ceuta. Explicaba que no se había equivocado. Era 2006, y la crisis aún no se olía.

Ayer, en un paso de peatones, le preguntaba a uno de los chicos invisibles que recogen hierro de dónde venía. El hombre se disculpaba por si me había molestado. «¿Perdón?», respondía yo. «La gente nunca me habla», afirmaba el chico. Se llama Abu, es senegalés y reflexionaba que haber venido a Europa había sido «un error». H


http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/hay-fantasmas-las-calles-1993841



Compartir redes sociales



No hay comentarios:

Publicar un comentario