'El árbol de la vida', un precioso y amargo viaje
El eje central de ‘El árbol de la vida’ es Jack, el hijo mayor de una familia cristiana que se origina en el Texas de los años 50. Décadas después, entre los rascacielos que dominan su vida cotidiana, Jackrememora su infancia, con una mezcla de felicidad y amargura, de dudas y certezas, buscando el sentido a todo lo que ocurrió, a todo lo que ocurre, tratando de comprender qué visión era la más acertada, la de su madre o la de su padre, el camino de la gracia o el de la naturaleza. El padre (Brad Pitt) es un hombre autoritario, duro, que exige disciplina, coraje, fuerza y éxito a sus hijos (hay una escena en la que pregunta a Jack si le quiere, y éste responde con un seco “sí, señor”); su deseo es que no sean pisoteados por otros, ni que cometan sus mismos errores. La madre (Jessica Chastain) es bondadosa, generosa, inocente y cariñosa; ama a sus hijos profundamente, representa la visión de la vida opuesta de su marido, con el que tiene fuertes discusiones. Sus creencias y formas de ver la vida serán puestas a prueba con una tragedia.Pero como he dicho, la película no se limita a Jack, también asistimos a vivencias desde el punto de vista de sus padres y sus hermanos (encarnados por Laramie Eppler y Tye Sheridan) y ni más ni menos que el origen de nuestro mundo, desde la creación del cosmos hasta los dinosaurios (sensacional la escena del animal herido).
La idea que enlaza todo parece ser el esfuerzo de Jack por encontrar un sentido a la existencia y una conexión con todo lo que ha existido, desde el inicio hasta el final. Precisamente, el desenlace de ‘El árbol de la vida’ es la parte que menos me gusta del film, la que me ha hecho desconectar del relato, y supongo que será uno de los puntos que dividirá fuertemente a defensores y detractores de una obra ambiciosa y atrevida. Al menos eso se le debe reconocer a Terrence Malick, que se arriesga siempre, que no se pliega a las exigencias del mercado (grandes como Steven Spielberg o Martin Scorsese sí lo han hecho). Y tampoco se puede discutir el formidable acabado estético, un precioso y poético mosaico de escenas que se sienten auténticas, extraídas directamente de la realidad, nunca forzadas o impuestas para impresionar al espectador, que seguro verá reflejadas en la pantalla vivencias muy similares a las propias.
La idea que enlaza todo parece ser el esfuerzo de Jack por encontrar un sentido a la existencia y una conexión con todo lo que ha existido, desde el inicio hasta el final. Precisamente, el desenlace de ‘El árbol de la vida’ es la parte que menos me gusta del film, la que me ha hecho desconectar del relato, y supongo que será uno de los puntos que dividirá fuertemente a defensores y detractores de una obra ambiciosa y atrevida. Al menos eso se le debe reconocer a Terrence Malick, que se arriesga siempre, que no se pliega a las exigencias del mercado (grandes como Steven Spielberg o Martin Scorsese sí lo han hecho). Y tampoco se puede discutir el formidable acabado estético, un precioso y poético mosaico de escenas que se sienten auténticas, extraídas directamente de la realidad, nunca forzadas o impuestas para impresionar al espectador, que seguro verá reflejadas en la pantalla vivencias muy similares a las propias.
Terrence Malick. Este director, guionista y productor, sólo ha filmado 4 largometrajes en 65 años de vida y 35 de carrera (la quinta, ‘The Tree of Life’, podría verse en 2010), y aún con tan exigua producción es, sin duda, uno de los más importantes cineastas vivos.
Por supuesto, y como debe ser, no carece de numerosos detractores que tachan su cine de pretencioso, vacío, preciosista y aburrido. Personalmente, creo que su cine sólo puede ser degustado como merece por los paladares más exigentes, pues Malick pertenece a esa raza de cineastas incapaz de pactar ninguna concesión al espectador, construyendo una obra alejada de los gustos de la mayoría con el formidable coraje de un artista coherente sólo consigo mismo y con sus necesidades creativas, delimitadas por unas reglas que le son propias y que no pueden ser compartidas por ningún otro cineasta, lo que le convierte en un autor inaccesible para muchos, pero irrepetible para algunos.
El enigma Terrence Malick
Se cumplieron los pronósticos, ‘El árbol de la vida’ (‘The Tree of Life’), la quinta película de Terrence Malick, se ha llevado la Palma de Oro del Festival de Cannes 2011. No, el de la foto no es el esquivo director (que ya fue elegido mejor director en 1978 por ‘Días del cielo’) sino Bill Pohlad, uno de los dos productores a los que Jane Fonda (¿?) ha entregado el preciado galardón. Ha sido el momento culminante de la ceremonia de clausura de la 64ª edición del certamen más importante y mediático del mundo, en cuyo palmarés no ha entrado.
¿Dónde estás? Has dejado morir a un niño. Dejas que pase todo.”
Jack O´Brien (Hunter McCracken)
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