PUNTO DE MIRA
Por Apuleyo Soto Pájares - Glorioso Mester
Segovia hace ya mucho tiempo que dejó de ser una “ciudad levítica”, como adjetiva a su Cuenca encantada el escritor Raúl del Pozo. Ni Soria ni Ávila ni Palencia ni Burgos ni Zamora ni Salamanca, “piedra dorada”, son hoy ciudades levíticas.
Las ciudades levíticas se las llevó el viento airado del desarrollismo urbanístico extrarradial, que al fin está amansándose por la crisis económica. Pero ahí quedó enhiesto- ¡míralo, míralo!- su cogollo histórico de “juderías”, conventos, iglesias y palacios, agasajados y realzados por la literatura viajera del Noventayocho: Azorín y Unamuno mismamente. Y es que la literatura permanece más que la realidad. O crea otra realidad nada ficcional.
El turismo invasivo devaluó esos santuarios de la belleza, al exponerlos sin medidas protectoras suficientes a la contemplación mayoritaria. ¿Lo lamentamos? No. Salvo en aquellos casos en los que se hizo dejadez o almoneda de la riqueza acumulada o ésta fue derruida por la piqueta municipal para encarrilar la circulación.
Ahora se piensa más en el hombre viandante y se anchuran las aceras al comercio y a las bicicletas, sin agredir la arquitectura.
Por otro lado, se levantan grandes templos al dios Moloch del dinero y el consumo y a las expansiones lúdicas y culturales, que mejor fuera que se instalaran en el cinturón industrial y de servicios, adonde el ciudadano interesado acudiría igual.
El ensanche segoviano –por la estación del AVE, por la UVA, por los aparcamientos y por las autovías circunvalatorias- merece un trato exquisito en connivencia con la historia artística de la ciudad de reyes y comuneros que ha sido, y ahí quiero yo ver a sus impulsores actuales, respetando a los que les precedieron.
Ahora que algo se mueve en Segovia quisiera yo que no fuera en deterioro o deslegitimación de su condición ancestral levítica. Puede que de esa forma la capitalidad cultural europea cayera por sí sola como un fruto maduro, elevando hasta la luna nuestra autoestima provinciana, con Arahuetes o con Postigo en la Alcaldía. Dije. Digo. Porque el auténtico progreso se asienta en la tradición. Y lo demás son verduras de la Alameda del Parral. Pódenmelas.
Gloriosa Gaceta Mester- Marzo 2011
www.gloriosomester.com/gacetainicio.html
http://gloriosomesterpviajera.blogspot.com/
Segovia hace ya mucho tiempo que dejó de ser una “ciudad levítica”, como adjetiva a su Cuenca encantada el escritor Raúl del Pozo. Ni Soria ni Ávila ni Palencia ni Burgos ni Zamora ni Salamanca, “piedra dorada”, son hoy ciudades levíticas.
Las ciudades levíticas se las llevó el viento airado del desarrollismo urbanístico extrarradial, que al fin está amansándose por la crisis económica. Pero ahí quedó enhiesto- ¡míralo, míralo!- su cogollo histórico de “juderías”, conventos, iglesias y palacios, agasajados y realzados por la literatura viajera del Noventayocho: Azorín y Unamuno mismamente. Y es que la literatura permanece más que la realidad. O crea otra realidad nada ficcional.
El turismo invasivo devaluó esos santuarios de la belleza, al exponerlos sin medidas protectoras suficientes a la contemplación mayoritaria. ¿Lo lamentamos? No. Salvo en aquellos casos en los que se hizo dejadez o almoneda de la riqueza acumulada o ésta fue derruida por la piqueta municipal para encarrilar la circulación.
Ahora se piensa más en el hombre viandante y se anchuran las aceras al comercio y a las bicicletas, sin agredir la arquitectura.
Por otro lado, se levantan grandes templos al dios Moloch del dinero y el consumo y a las expansiones lúdicas y culturales, que mejor fuera que se instalaran en el cinturón industrial y de servicios, adonde el ciudadano interesado acudiría igual.
El ensanche segoviano –por la estación del AVE, por la UVA, por los aparcamientos y por las autovías circunvalatorias- merece un trato exquisito en connivencia con la historia artística de la ciudad de reyes y comuneros que ha sido, y ahí quiero yo ver a sus impulsores actuales, respetando a los que les precedieron.
Ahora que algo se mueve en Segovia quisiera yo que no fuera en deterioro o deslegitimación de su condición ancestral levítica. Puede que de esa forma la capitalidad cultural europea cayera por sí sola como un fruto maduro, elevando hasta la luna nuestra autoestima provinciana, con Arahuetes o con Postigo en la Alcaldía. Dije. Digo. Porque el auténtico progreso se asienta en la tradición. Y lo demás son verduras de la Alameda del Parral. Pódenmelas.
Patrimonio para la Humanidad |
Gloriosa Gaceta Mester- Marzo 2011
www.gloriosomester.com/gacetainicio.html
http://gloriosomesterpviajera.blogspot.com/
Segovia como siempre ahí nos espera.
ResponderEliminarA pesar de estar grabadas la mayoría de las imágenes en 1992 poco ha cambiado excepto la semi peatonalización de la Plaza Mayor.
Sii.., cierto
ResponderEliminarUna ciudad hermosa, llena de historia en donde me perderia sin pensarlo.
Y de gente buena.